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Cambio de ciclo. Da igual si es noche vieja, tu cumpleaños, el final de una pareja o de un trabajo. Todos los cambios se mueven igual energéticamente.
Y es que existe una revolución previa al cambio que lo hace posible, como el agua cuando empieza a hervir. Necesitamos ese impulso energético para que el cambio tenga lugar, ya sea rompiendo lo anterior como dando paso a la energía nueva de forma fluida.
La clave reside en no resistirse. Resistirnos al cambio es el obstáculo más grande que nos ponemos como seres humanos en esta vida.
—Me ha dejado mi pareja y no puedo superarlo.
—Me he cambiado de trabajo y no soy feliz; me gustaba más el otro.
—La muerte de mi ser querido me ha hundido y no soy capaz de salir a flote.
Es completamente lícito que el cambio venga con emociones como el miedo, la tristeza o la ira, a veces son precisamente esas emociones las que aportan una gran enseñanza. Pero cada emoción tiene una durabilidad específica que no respetamos. Nos empeñamos en seguir anclados al dolor que nos provoca y entonces es cuando entra el sufrimiento crónico de la resistencia al cambio.
¿Que cómo se trabaja esto? Es fácil: hay que practicar el desapego.
El desapego es dejar ir nuestro deseo por algo o alguien. O mejor dicho; dejar ir nuestra expectativa relacionada con ese hecho o persona.
Vivimos poco en el presente, creándonos historias preconcebidas de cómo debe salir un hecho o relación en nuestra vida. Y cuando ese hecho o relación se desarrolla de forma diferente, cortocircuitamos y nos resistimos.
Tanto nos resistimos al cambio que a veces nos da por patalear en el suelo como niños enfadados. Está perfecto hacerlo si es lo que sentimos que queremos hacer, pero debemos asimilar que eso no nos traerá nuestro deseo de vuelta. La vida siempre tiene otros planes y nos pasamos el día intentando desafiarla como si tuviéramos el poder de decisión en las cosas que no dependen de nosotros.
Para tu cambio de ciclo te invito a que dejes ir todo aquello a lo que te has estado resistiendo. Comienza por lo fácil. Haz una lista de todo lo que te gustaría cambiar con fluidez y sin resistencia, por ejemplo:
—Me encantaría superar lo de mi anterior pareja porque me merezco ser feliz y no sentirme atado a nadie.
—Quiero poder ver lo bueno de cada situación, por ejemplo de mi nuevo trabajo y comenzar a vivir el presente.
—Me gustaría dejar ir a mi ser querido para poder empezar a disfrutar de mis recuerdos con el mismo amor con el que me los dio, porque se lo merece y yo también me lo merezco.
—En este nuevo ciclo deseo aprender a soltar mis expectativas para que cuando mi situación vuelva a cambiar, pueda adaptarme sin resistencia.
Honra esta lista como sientas: cuélgala en tu nevera para verla a diario, llévala en tu cartera, quémala bailando desnudo bajo la luz de la luna... pero intégrala en tu corazón. Yo personalmente cojo una vela, escribo sobre ella las palabras de todo aquello que quiero dejar ir y simplemente cierro los ojos, formulo mi intención y la enciendo. La enciendo para que igual que la vela yo pueda adaptarme al cambio, liberándome de todo lo que no entiendo pero quiero aceptar. Ilumino mi camino para transformar el apego en amor propio.
Lo importante es que comprendas que cuanto más te resistas al cambio, más vas a sufrir. Porque el cambio ocurre con o sin ti, y resistirte energéticamente es hacerlo emocionalmente, dando lugar a lo que suele pasar al final; que repercute en tu salud física.
Las personas más felices son aquellas que viven su presente y no se resisten a nada de lo que la vida les trae. Practican el desapego porque saben el enorme derroche de energía que supone creerse que nada de lo que tienen a su alrededor es suyo realmente.
¿Quieres ser feliz? Suelta. Corta esos hilos invisibles que te atan a las cosas o personas que te hacen creer que son tuyas pero que en realidad nunca lo han sido. Tu nuevo ciclo comenzará con ligereza y le estarás diciendo al universo:
—Estoy preparado para ser feliz.
Escritora y fundadora de The Wake Up Concept
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